Cuando las vicisitudes de la vida, por alguna razón te llevan a no tener a la mano tu teléfono celular, es probable que puedas sentir el peso de su influencia, ya que seguramente te puedes sentir frustrado y hasta ansioso por su ausencia. Pero tal vez, lo más importante de lo que me di cuenta, es que el teléfono se ha convertido casi que en una extremidad más de tu cuerpo, notas que tienes movimientos involuntarios que reflejan las manías y comportamientos que creaste alrededor de este dispositivo electrónico, es casi un elemento tan imprescindible, que es preferible quedarse por fuera de casa, que haber dejado el celular en la mañana.
El nivel de penetración del teléfono móvil en la cotidianidad de la vida de las personas es tal, que la comida, el transporte, las transacciones monetarias, el acceso a las herramientas de trabajo, la participación en eventos, y hasta la rutina de entrenamiento físico, dependen de la disponibilidad del celular y de su conexión a internet. En consecuencia, su influencia ha creado tanta dependencia, que pensar en sobrevivir en este mundo sin teléfono celular, es casi inaudito.
Lo extraordinario de las mentes visionarias es que pueden imaginar con curiosa revelación como será el futuro, primero en la ciencia ficción y luego en la realidad. Martin Cooper cuando trabajó en el primer teléfono portátil por allá en 1973, tenía en mente que era muy factible que todo el mundo tendría un teléfono celular, claramente comprendía que un dispositivo móvil influiría significativamente en facilitar la vida de las personas, pero lo que seguramente no pudo imaginar es la versatilidad con la que esta herramienta evolucionó.
Un Cambio Significativo
La realidad, es que hay más teléfonos celulares en el mundo que humanos en el planeta, y la transición de la telefonía fija a la telefonía móvil celular, no sólo incorporó las bondades que trae consigo el despliegue tecnológico, sino que también significó un cambio de paradigma en la vida de las personas, ya que pasaron de ser ubicados en un lugar físico determinado, a ser ubicados casi en cualquier lugar, en donde la distancia que te separa de la otra persona no importa. Lo que a su vez, trae implícito el concepto de inmediatez con el que vivimos los humanos.
Tener la curiosa oportunidad de quedarse sin teléfono celular en estos días de la edad contemporánea, es una forma rústica pero gratificante, porque en cierta medida, el tiempo se expande, la atención se agudiza, y las conversaciones con las personas se hacen más valiosas; de alguna manera te vuelves más consciente. Es como si la tecnología y el hecho de estar inmersos entre tantos dispositivos electrónicos, nos condujera a una consciencia colectiva rezagada y disminuida. Así pues, no pretendemos evadir la influencia de la realidad tecnológica en la que vivimos, pero si podemos activamente estar más atentos, a la manera en que la tecnología ha ganado espacios en nuestras vidas sin que nos afecte, y más bien enfocar esfuerzos en sacar mejor provecho de las bondades que esta época nos trae.
En cualquier caso, lo más probable es que mi experimento de estar sin celular por estos días no me dure más de unas cuantas semanas.